Yo siempre quise ser
el hombre de tu vida,
ese beso que nunca
pudieras olvidar,
la caricia más dura
y el mordisco más suave,
el pecado más sucio
y el demonio sediento
del licor que en tu sexo
guardabas para mí.
Yo quise ser blasfemia
que te llevara al cielo,
o conjuro diabólico
de este hereje maldito
que prefiere tu cuerpo
a la hostia de dios.
Porque no hay salvación
si no es entre tus brazos,
ni existe paraíso
si tú no estás en él.
Por eso te prefiero
mujer sin calendarios,
ni agendas que te marquen
lo que tienes que hacer.
Cuando hayan de buscarte
que sea entre mis venas,
debajo de mi cuerpo
o encima de mi vientre,
con tu risa sonando
impúdica y feliz.
Ahora que te recuerdo,
no sé si he conseguido,
ser el nombre besado
en tu boca de sal.
Pero sé que tú eres
para mí los más bellos
poemas que ya nunca
te podria escribir
lunes, 6 de septiembre de 2010
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