…y pasaron cinco años desde que pude sentir tus manos, esas manos que eran cálidas, como las primaveras a tu lado, ahora sólo queda este invierno maldito que guarda entre su frio, mi recuerdo y tu olvido.
Todos los inviernos, el frio se convierte en mi peor enemigo, en un ser que detesto y más aún cuando su efecto penetra mi cuerpo y lo que es peor, llega hasta mi alma. Es casi mortal, es una sensación sin explicación alguna, sin límites. No busco recuperarme fácilmente de aquel invierno que dejaste en mi alma, pero si tengo la esperanza que aquella primavera en la que te conocí vuelva a lucir esas bellas flores que un viernes por la tarde me entregaste, es complicado poder olvidar aquellas épocas y más aun con este frio que siento en mi pecho, por no poder tenerte. Es inútil, no basta con sólo escribir sobre tu ausencia para volver a tenerte. No pretendo hacerlo, sólo busco encontrarte en mi recuerdo y que tal vez eso se convierta en la medicina que necesito para calentar mi corazón que ahora sólo late por inercia, mas no por cariño. Ya es casi medio día y ya es momento que te diga adiós, cerraré este diario, cerraré mis ojos y huirás de mi mente para que el invierno no disfrute de este dolor, mi dolor.
martes, 7 de diciembre de 2010
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